martes, 3 de junio de 2008

Escarcha de Colores

Luego del Retorno del Duende comencé a vivir cotidiana y frecuentemente variadas y divinas experiencias; todas en estado de lucidez. Debido a su frecuencia es que resulta algo natural para mí, como para contarlo con soltura y hacerlo parte de mi vida. A continuación, una de ellas.
Recuerdo una noche en que me encontraba dibujando sobre mi cama (entre 1 y 2 de la madrugada); dibujaba figurines y vestuarios para una entrega, en ese tiempo estudiaba diseño de vestuario. Buscaba los colores adecuados, armónicas combinaciones, diseños bastante excéntricos, volados. La luz principal de mi habitación estaba encendida, la TV también, por su puesto que con volumen bajo ya que el resto de la casa dormía. El control remoto estaba a mi lado apuntando hacia la TV y la disposición de mi cuerpo también; a pesar de que estaba concentrada en mis dibujos. De pronto siento alzarse en volumen de la TV, fue sorprendente escuchar como subía el volumen, algo notorio porque en el silencio de la noche cualquier cambio en el sonido se capta con facilidad; considerando que esto ocurre algunas veces por señal, rápidamente miro la TV y veo que indicaba que el volumen había sido subido (como por control remoto), ya que quedó el registro durante 2 segundos, y además alcancé a ver como subía de 13 a 14 que es donde se detuvo (estaba en 7). Me reí, me sentí muy acompañada, sabía que me visitaban. Sigo en lo mío… y de pronto, me nace mirar el cielo (de mi cuarto), justo sobre mí, y veo una de las cosas visuales más maravillosas que me ha tocado ver. Desde el techo (que tiene gran altura por ser una casa de 100 años) caían colores!, algo así como escarcha de colores (lo más próximo a una definición que se entienda); pero estos eran colores que yo nunca había visto antes, colores que no existen y que sólo los conoces cuando los vez. No podía creer lo que veía, lo que me hacía abrir aún más los ojos. Caía suavemente y en cuanto estaba muy próxima a mi cara, se desvanecía. Esto tiene que haber durado aproximadamente unos 10 segundos, que para mí fueron infinitos. Quedé absorta en admiración. Después de dejar imprudentemente que mi cabeza razonara dicha experiencia, traté de volver a la misma posición, tratando de mirar de la misma forma… pero ya no era lo mismo, comprendí que duraba lo que tenía que durar, como todo en la vida.

Aurora

lunes, 2 de junio de 2008

Sanaciones

Tenía doce años de edad. Me recosté en mi cama pues me sentía muy cansado, lo cual ýo ya sabía que indicaba que podría ser una tarde de esas especiales, es decir, algo podría pasar, porque durante todo este año había estado recibiendo curiosas visitas en mi habitación, algunas hermosas, otras no tanto, pero todas y cada una traía consigo enseñanzas importantes, tanto, que nunca las olvidé.

Por las tardes, a la hora de esta especial "siesta", me visitaba un señor, no se cómo llamarlo, nunca me lo dijo. Solo sentía sus manos grandes y viejas posarse sobre mi abdomen. Lo presionaba con fuerza, hasta provocarme dolor. Después de eso, me sentía inusitadamente despierto, muy lúcido y vital. A ratos tocaba sus manos para reconocer que se trataba de él, del mismo de siempre.

La primera vez, luego de presionar mi abdomen, presionó fuerte mente mi pecho, y deslizo sus manos hacia mi garganta y mi rostro, como si dirigiera algo en mi interior. Entonces sentí una arcada y tuve un espasmo de asco, no alcanzó a ser una tos. Simplemente hice un arco hacia arriba (estaba recostado de espaldas) y bote algo gomoso por la boca, como una masa viscosa. Este hombre la recogio de mi boca, y la puso en mi mano derecha. Entreabrí mis ojos para mirarla, y era una masa café oscuro, y me dejó un sabor mas bien amargo. De pronto, sentí mis bronquios agradablemente despejados. Esta fue su carta de presentación. Me tendí nuevamente, y disfrute de esa nueva sensación. Entonces pude recordar y asociar. Desde hacía un año, me habia integrado a una banda de música rock. Era una experiencia electrizante, y en ese entusiasmo me había visto compartiendo con un grupo de nuevos amigos todos mayores que yo. Fumaban mucho, muchísimo, y nuestra sala de ensayos era un lugar pequeño y encerrado. hacía un mes que estaba acusando recibo de ello. Tosía a menudo y sentía molestias al respirar. Sin embargo y desde el día que tuve esa experiencia de limpieza, cuidé mucho más del aire que respiraba, exigí respeto a mi salud, y agradecí infinitamente aquellos cuidados.
No es la última vez que fui visitado por este ser. Muchas veces vino a verme y algunas de ellas, recibí atenciones por el estilo, aunque no siempre fueron agradables. Por ejemplo, en una ocasión recibí un agudo pinchazo en el trasero, y pude sentir con mucha claridad como un líquido denso entraba a mi cuerpo. Cuando me reincorporé del encuentro aún me dolía, y esa sensación y sensibilidad me acompañaron por varios minutos más.

A menudo aparecía cuando sufría mis consabidas crisis de colon espástico. Yo era un chico más bien nervioso, demasiado introvertido, quizás. Entonces condensaba mis rabias y miedos allí. Cuando las cosas estaban mal, el aparecía y presionaba my abdomen con fuerza, tanta que a veces sentía que no resistiría la presión, pues sentía un intenso dolor. Sin embargo siempre terminaba igual, con esa sensación de vitalidad exquisita, y agradablemente relajado.

Nunca le pregunté quien era hasta aquella tarde que no aguanté de curiosidad y de un salto traté de enfrentarlo para ver su rostro, para encararlo. Fue inútil, pues el brinco terminó en una voltereta ridícula en el aire (creo que estaba fuera del cuerpo) que me dejó exactamente en la misma posición, aunque luego intenté un forcejeo igual de ridículo, pues de su parte recibí una contensión insuperable, aunque tambien obtuve de retorno sus risas amorosas. Nunca pude verle el rostro. Solo recuerdo sus manos enormes, las ropas que cubrian sus brazos (una especie de túnica café), su presencia protectora, y su absoluto anonimato y humildad. Nunca respondió a mis "gracias" ni a mis preguntas (a veces insistentes). Simplemente se marchaba, y yo me quedaba ahí, sintiendo su benéfica presencia disiparse. Me acompañó por un par de años. Un día no vino más...o quizá deje de estar consciente de su presencia.

Me emociona recordarle
destat

El genio en cada casa

Terminaba de trabajar en la casa esa tarde. Me senté a descansar en una silla plegable, muy cómoda. Había estado haciendo labores de carpintería en el techo de la cocina. Estaba feliz y sentía algo de cansancio. Feliz porque despues de dos meses de trabajo, el techo estaba terminado, entonces la casa ya parecia "casa". Cuando me tendí en la silla, casi inmediatamente sentí un abrazo desde atrás, y unas manos grandes cruzaron sobre mi pecho. Estaba solo, no tenía mucho sentido, asi que de inmediato pegunté "¿quien es?"...una voz masculina, profunda y suave me respondió al oído:

- Toda casa, toda cabaña tiene una inteligencia, un genio que mora en ella. Mi nombre es Anaquet.

De inmediato lo repetí, quise memorizarlo para no olvidarlo jamás. Nunca había oído algo semejante. me sentí acogido en su abrazo. Apenas quise moverme por temor a perder el contacto, pero no resisití la tentación de tomar sus manos. Lentamente moví una de las mías buscando el contacto. Eran las manos de un hombre mayor, suaves, calidas y receptivas...
Anaquet, repetí. Y quedé sintiendo su presencia por unos segundos, hasta que le sentí desvanecerse en los cantos de los pájaros que anunciaban la caída de la tarde.
Violeta

jueves, 22 de mayo de 2008

"El Retorno del Duende"

Estando ya más grande (luego de abandonar mis experiencias con mis amigos Duendes a los 7 años), calculo que uno 22 años, comprenderás que esa historia estaba casi borrada de mi mente. Yo vivía todavía como muy “normal” en el sentido de lo concreto; sin embargo nunca nadie sacó de mi corazón que el más allá y el más acá se viven juntos. Lo sentía, lo hablaba, cosas que para el resto eran locuras, ilógicas, sin explicación que lo avalara. Pero ahí estaba ese sentimiento de que eso existía, y con toda mi fe, deseaba poder vivenciarlo. Era una lucha entre la duda entre ser y estar equivocada (como el resto solía proponérmelo abiertamente). Esto fue así:
Un día vuelven, uno en especial, como para recordarme que todo lo que viví un día, un tiempo, era real. Lo sentí como vuelta a mi esencia.
Yo dormía placidamente, es muy raro que yo despierte durante la noche, tengo sueño profundo. Pero ese día, inusualmente me despierto repentinamente, sintiendo algo extraño en el ambiente, que en realidad me comenzó a provocar mucho mucho miedo. No abrí los ojos para no despabilar completamente y que no me costara dormir nuevamente, me toqué las manos que estaban un poco frías. Lo que sentía en el ambiente era más y más fuerte, y de pronto algo salta a mi cama; en este punto, y debo explicitarlo, lo que sentía era pavor!. Pensando en que la puerta de mi cuarto estaba cerrada, en un segundo piso donde hay alarma y lo animales no entran a la casa… no sabía qué pensar!. Esto que les cuento que salta a mi cama era del peso y del tamaño de un gato, saltó a mis pies, pero poco a poco comenzó a avanzar hacia mi cabeza. Yo no lo podía creer, estaba a punto de desmayarme. Sentía un cuerpo humanoide, pequeño que se acercaba a mi, yo ya calculaba lo que era, un duende, mi amiguito. Pero no era nada de gracioso que te despierten así, y para cúlmine, agarró las tapas de abrigo (sábana, brazada) para comenzar tirarlas hacia atrás, suavemente. Quería que yo lo viera, y yo teniendo la oportunidad de mi vida, de poder verlo y demostrarme que todo esto existe, no fui capaz, no lo soporté, si bien no me desmayé, me introduje en un sueño. Era la misma estructura de cuarto, pero antiguo y sin nada de muebles, sólo la cama. Entonces llamo a alguien ¡por favor que alguien venga!, y viene una señora que jamás había visto en mi vida y le explico que un duende me molestaba, que si me podía cambiar de pieza. Me dice que por supuesto y camino con ella, unos pasos por el lado de la pieza, abre otra puerta, mira y me dice que ahí estaré muy bien. Le pregunto que a cuenta distancia estoy del otro cuarto, ella mira un aparato tecnológico y me dice que a 1.700 y tantos km. de distancia del otro cuarto. Yo le doy las gracias me voy a la nueva cama, y ahí caigo en un sueño profundo que jamás recordé.
Al día siguiente todo muy bien, no me recordaba de nada, hasta que en la tarde (tipo 5), algo hago y me viene un flash con todo lo ocurrido esa noche. No lo podía creer haber borrado tal experiencia, y de pronto recordar todo, y saber que había sido real. Desde entonces mi vida cambió, las aventuras fueron de todos los días. Ya esto es parte de mi vida.
Aurora